viernes, 29 de febrero de 2008

El voto en blanco: el voto de la queja


Hasta la fecha el sistema democrático es el que mejores resultados parece haber dado para la convivencia pacífica en Occidente. Gran parte de su éxito radica en que una vez recontados los votos, los ciudadanos podemos desentendernos durante un período largo y si las cosas van mal siempre nos quedan los bares para arreglar el mundo a la hora del café.


Delegamos en partidos que no luchan de manera efectiva contra los problemas reales, más bien, son cómplices de los abusos. Los partidos políticos son básicamente un aparato burocrático sin protagonismo ni decisión de las personas capacitadas y justas que pudieran militar o simpatizar con su ideario. Las listas cerradas impiden que votemos a individuos competentes sino al aparato del partido; Por otro lado, la ley electoral hace que unos votos valgan más que otros y beneficia la estabilidad de los partidos mayoritarios. Por todo ello, tendemos a no confiar en los políticos y pensar que el poder corrompe. No nos gustan, y nuestro voto debe mostrar ese descontento.


Castiguemos con nuestro voto las gestiones que no nos gustan y tomemos nuestro voto como lo que realmente es: una de las herramientas de nuestra responsabilidad política. Pero, ¿la mala gestión de un partido hace buenos a los demás? No nos engañemos.


Personalmente, este razonamiento me lleva a decidir que mi voto será en blanco. El voto en blanco acepta las reglas del juego de la democracia, sin embargo es un voto activo: el votante muestra que no le satisface ninguna de las opciones que se le han puesto delante. Pide más opciones o más control del poder. A efectos electorales, el voto en blanco se suma a la mayoría, es decir, el ganador de las elecciones cuenta con ese número de descontentos para acumular escaños. Pero esos votos regalados no son gratis: ¿qué margen ético tiene un grupo político que basa parte de su poder en quien no le votó? El que los votantes deseemos, no debemos delegar el poder sin más, debemos ser agentes de control sobre el poder. Nuestro voto no debe ser un cheque en blanco sino una expresión del malestar.


Si compartes estas ideas, en todo o en parte, actúa en consecuencia, y por favor, difunde este mensaje.


Texto: Glòria López Llebot



2 comentarios:

caniggia dijo...

Querida Glòria,

sin duda que voy a difundir tu mensaje. Me parece el tuyo un escrito serio y sopesado. De todos, yo no voy a votar en blanco. Te explicaré porqué.

Hay algo que bajo mi punto de vista cojea. Es como la película de "Pozos de Ambición" que el otro día comentaba con Javi (al cual por cierto le debo no sólo cinco euros, sino la posibilidad de haber podido ir el otro día a clase. Mil gracias. Dile que lo tengo en mente y bolsillo). Como decía; es una película que vista en su conjunto cojea, duele decirlo, pero es así. Esta sociedad nuestra también cojea. Cierto es que estamos "mejor que nunca", o mejor dicho, en una situación de "bienestar" ante la cual parece que la historia pocas veces nos había situado. Pero cojeamos. Igual que "Pozos de Ambición". Cojea. El guión cojea porque "se les va la olla". Pues aquí igual. "Se nos va la olla" y cojeamos.

"Creo que voy a votar al partido humanista", "Yo este año he votao a los Antitaurinos. Bah, ¡si son todos iguales!", "No sé si votar este año a ZP, lo último que querría es que ganara Rajoy. ¡VOTO ÚTIL!", son frases que señalan directamente al muñón. Y ese muñón no parece tener ganas de regenerarse. Es un muñón que pienso que se ha generado históricamente desde "el borrón y cuenta nueva" de la transición, urgente amputación en su momento para seguir viviendo. Pero ya es hora de colocarse una prótesis. Como mínimo de superar el trauma. ¿Por qué a la hora de hablar del ABORTO, LA REPÚBLICA, Y LEYES DE MEMORIA HISTÓRICA hay que soportar dolorosa mirada asesina del PP? El PP y sus votantes no quieren digerir las cosas, igual que Rajoy no quiere hablar de GAYS u HOMOSEXAULES, quiere reformular la ley y llamarla de parejas del mismo género o yo qué se. Ahí se esconde el porqué de la gangrena que se llevó a parte de la pata. Y de ese tic, que realmente es carácter y de ahí políticas concretas, no nos engañemos, surgen los cazurretes, los perezosos y los que entran en el juego y se animan a llamarlo imbécil. Aquí todos se animan y la gente se queda con esos que se echan la carnaza de su propia pierna. Que son a los que acaban votando.

Así es que bueno, me parece una opción respetable el votar en blanco si consideras que todos participan en esta pelea de Rottweilers. Lo que ocurre es que ellos piensan que no están comiéndose sus propias articulaciones, sino que todo va en serio, así es que dudo la captación del mensaje a favor de la expresión del malestar por dichas políticas sino más bien que van a ver el cheque en blanco. Así es que mi voto, que por cierto aún no acabo de entender porque este empeño de que sea secreto, va ir para IU, eso sí no lo diré en la sala porque aún me lo anulan y está la cosa como para eso.

"Me hago el cojo" y me voy.

¡Salud y República ya de una vez por todas! ¡Un Rey no puede nunca hacer de prótesis!

Tierralandia dijo...

Salud y República, amigo!